3 de marzo de 2012

River y un empate que no significa un retroceso

A NO CAERSE. Un resultado adverso no debe opacar la notable mejora que presentó en las últimas fechas.
Es cierto que el equipo estuvo muy lejos de brillar, que no logró buen juego asociado y que la única forma que tuvo de vencer el arco de Trípodi fue probando desde afuera. Tan cierto como que ante un equipo que se cierra tan atrás y se caracteriza por cuidarse en lugar de jugar, el partido se torna aún más difícil.

Esa fue la misma estrategia a la que intentó recurrir Desamparados en San Juan, hasta que a los 20 minutos del primer tiempo Ponzio improvisó aquel zapatazo que se coló entre las manos del arquero Giordano. A partir de ahí, el conjunto sanjuanino se desmoronó por completo y River relució toda su contundencia.

En cambio, el gran diferencial de anoche en el Monumental fue que ni Ponzio, Cavenaghi ni el Chori Domínguez pudieron destrabar el partido con un remate desde afuera. Lo intentaron mil y un veces, tuvieron oportunidades mucho más claras que en San Juan (acaso, ¿cuánto más peligroso fue el tiro de Ponzio al poste derecho de Trípodi que su gol en Cuyo?), pero no pudieron.

Si no fue el palo, fue el arquero o la falta milimétrica de puntería, pero River estuvo ahí de convertir, muy cerca de abrir el partido. De igual manera que lo estuvo con los centros que derivaron en el remate de Cavenaghi justo debajo del arco, o la jugada increíble que terminó desperdiciando Trezeguet.

Por lo que el análisis del partido debe ir mucho más allá de que River continúa sin ganarle a los de arriba. O al menos debe ser menos injusto. Está claro que se trata de una realidad, sin dudas, y que esa realidad se potencia si se tiene en cuenta que el punto no sirve y que el equipo debió ganarle a uno de sus principales seguidores para empezar a marcar esa diferencia que tanto exige el hincha.

Pero la continuidad de las próximas fechas dilucidará la cuestión más importante: si el equipo de Almeyda logrará mantener el protagonismo y un relativo buen nivel de juego en el que confiar aun cuando el trámite se haga cuesta arriba. Con similar inicio en la primera rueda de esta temporada, River se desinfló tras no hacer pie en los partidos más trascendentales y mostró muchas complicaciones para imponerse, futbolística y mentalmente, incluso en el Monumental. 

En vistas a lo que se viene, es imperioso superar estos posibles traspiés con optimismo, y no caer en la desazón que impone el cortoplacismo agobiante, sabiendo que River da -y puede, también- mucho más que todos los demás. Porque, encuentros como los de hoy, todavía quedan superar unos cuantos.





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