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| DESAHOGO. Con Ponzio encima, Trezeguet festejó su gol con alma y vida. |
Hacía tiempo que el Monumental no veía a un River con tantos puntos altos. Hacía tiempo que no disfrutaba como lo hizo anoche. Es que a pesar de la temprana y desmedida expulsión de Carlos Sánchez, el conjunto dirigido por Matías Almeyda rozó la perfección en cada una de sus líneas y terminó ganando un partido que lo tuvo como protagonista a lo largo de todo el encuentro.
La defensa estuvo bien plantada atrás, con una zaga central firme, prácticamente infranqueable, y con dos laterales que cumplieron tanto en la marca como en el ataque. Principalmente el uruguayo Díaz, que aprovechó otra gran noche de Lucas Ocampos para asociarse al juvenil y generar peligro por el flanco izquierdo del terreno.
El mediocampo tuvo un primer tiempo de lucidez, magia y picardía de la mano de Ocampos, que a puro caño y firulete enloqueció a Aveska y Mosquera. Además, a fuerza de personalidad, el pibe fue fundamental para acobardar a Independiente Rivadavia en el momento clave, post expulsión de Sánchez. Y en el segundo tiempo, el mediocampo encontró a Cirigliano y Ponzio en un nivel descomunal. Lo del juvenil no sorprendió, por supuesto, pero lo del ex-Zaragoza sí.
A tal punto, que anoche terminó demostrando por qué recibió tanto respaldo de Almeyda. Es más, muchos llegaron a Núñez creyendo que se trataría del último partido de Ponzio como titular, porque su nivel no conformaba y porque detrás tenía a Aguirre pidiendo pista, pero el volante jugó como para acallar todas las críticas. Es que además de marca y distribución, aportó panorama y pases fundamentales para dejar a los delanteros frente al arco, como en el gol del Chori.
Y en ataque, esta vez, River no perdonó. Si bien generó varias jugadas más de las que concretó, ni Cavenaghi, el Chori ni Trezeguet desperdiciaron aquellas jugadas claras de gol que se les presentaron. El Torito arremetió contra la primera pelota que quedó boyando en el área; el Chori se sacó la mufa de esos bajones que le suelen agarrar durante el partido con una corrida magnífica; y el francés fue puro oficio para meter un cabezazo precioso al palo más lejano del arquero.
Así, con un River afilado de pies a cabeza, el equipo de Almeyda terminó logrando una victoria fundamental para mantener la punta, ratificar el triunfo en La Plata y hacer delirar a todo el Monumental.

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