
EN LLAMAS. Así reaccionó la gente ante el día más triste en la historia de River.
"La historia se encargará de juzgar". La frase fue del propio Mario Irsael a fines de 2009, cuando el sinvergüenza intentaba dar cátedra en la contienda electoral y todavía contaba (si es que aún no cuenta) con la impunidad que le otorgaba ser el segundo de José María Aguilar. Ese tándem nefasto que -con la ayuda, avaricia y oportunismo de varios- se encargó de devastar al club más importante del país, a la institución modelo de la Argentina.
Exprimieron un siglo de historia en sólo ocho años. A tal punto, que los socios, hartos de estos pseudo hinchas que llegaron jurando amor por los colores, decidimos cortar con esa lacra política que azotaba al club optando por un tipo que al menos se había matado por la camiseta adentro de una cancha. Sí, nuestra desesperación fue tal, que caímos en esa, creímos en el cuento de que al menos éste ya la había transpirado.
Pero no tuvimos en cuenta que para gestionar un club hacía falta mucho más que un ex jugador y técnico con buenos slogans de campaña. Que Passarella seguía siendo aquel Passarella testarudo y soberbio que durante su último paso como entrenador, se aferró a su cargo hasta la última de las consecuencias y sin medir el daño que nos causaba.
Nos volvimos a topar con el verdadero Káiser, el autoritario, el omnipotente, el que sin experiencia alguna en la conducción de una institución siquiera semejante a River, creyó que podía tomar todas las decisiones sin asesorarse. Si son todos giles, para qué escucharlos. ¿O no, Daniel? Si a vos te alcanza con ese grupo de idiotas útiles que te rodean y sólo saben responderte que sí.
Así fue como llegaste a creer que realmente podías ir contra la AFA, contra Grondona y contra el mundo. Que un año y medio como dirigente, sumado a algunas reuniones con Beckenbauer, ya había sido suficiente para ir por todo. Total, River puertas adentro era una pinturita. No había de qué preocuparse... Nos defraudaste tanto como las otras dos lacras, Passarella. Llegaste con la ambición de ser el primer jugador, técnico y presidente, y terminaste siendo el tipo que nos mandó a la B. ¡A la B!
Es increíble lo que hiciste, increíble lo que hicieron. No se merecen el más mínimo respeto, porque -cada uno a su forma- no hizo más que desprestigiar al River que amamos. Porque ayer nos clavaron un puñal del que no nos vamos a terminar de recuperar nunca y porque dejaron a nuestra propia casa en llamas. Por eso, a ustedes, hijos de mil putas, la historia los juzgará eternamente sin olvido ni perdón.
Pero no tuvimos en cuenta que para gestionar un club hacía falta mucho más que un ex jugador y técnico con buenos slogans de campaña. Que Passarella seguía siendo aquel Passarella testarudo y soberbio que durante su último paso como entrenador, se aferró a su cargo hasta la última de las consecuencias y sin medir el daño que nos causaba.
Nos volvimos a topar con el verdadero Káiser, el autoritario, el omnipotente, el que sin experiencia alguna en la conducción de una institución siquiera semejante a River, creyó que podía tomar todas las decisiones sin asesorarse. Si son todos giles, para qué escucharlos. ¿O no, Daniel? Si a vos te alcanza con ese grupo de idiotas útiles que te rodean y sólo saben responderte que sí.
Así fue como llegaste a creer que realmente podías ir contra la AFA, contra Grondona y contra el mundo. Que un año y medio como dirigente, sumado a algunas reuniones con Beckenbauer, ya había sido suficiente para ir por todo. Total, River puertas adentro era una pinturita. No había de qué preocuparse... Nos defraudaste tanto como las otras dos lacras, Passarella. Llegaste con la ambición de ser el primer jugador, técnico y presidente, y terminaste siendo el tipo que nos mandó a la B. ¡A la B!
Es increíble lo que hiciste, increíble lo que hicieron. No se merecen el más mínimo respeto, porque -cada uno a su forma- no hizo más que desprestigiar al River que amamos. Porque ayer nos clavaron un puñal del que no nos vamos a terminar de recuperar nunca y porque dejaron a nuestra propia casa en llamas. Por eso, a ustedes, hijos de mil putas, la historia los juzgará eternamente sin olvido ni perdón.
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