
Matías Almeyda se despidió con un final triste como jugador de River pero ya “cambió el chip” y ahora va en busca de la gloria como técnico. En diálogo con ESPN, “El Pelado” habló por primera vez luego de haberse consumado el descenso de River y de ser designado como DT del “Millonario”: “Sería cobarde irme con el amor que me demostraron los hinchas hasta ahora, voy a agarrar un fierro caliente y soy consciente de eso. Tengo ganas de hacerlo y se me pone la piel de gallina al decirlo. A River lo quiero de verdad”.
Lo que pasó.
Lo que pasó.
“Uno no deja de pensar en lo que sucedió, no pudimos sacarlo adelante a pesar de los esfuerzos. River tocó fondo y la fuerza que tengo me da un impulso para poner al club donde todos queremos que esté. Una vez cayó el Imperio romano y caímos nosotros. Tal vez sirva para relanzar al River que queremos y hacer las cosas bien de una vez por todas. En ningún momento le armé el equipo a J. J., él le puso el pecho a River y después se fueron dando las cosas al revés de cómo las habíamos planeado. Entramos en una burbuja y nos quedamos sin oxígeno”.
El presente.
El presente.
“Estará en mí mantener lo que hice como jugador, siendo técnico. Es una herida muy grande la que tenemos, pero no solucionamos nada buscando culpables, todos lo somos. Buscar uno solo no se puede, son muchos. Tenemos que pensar en positivo y tratar de cambiar esto, proponer e ir para adelante”.
Lo que vendrá.
Lo que vendrá.
“En mi vida siempre fui para adelante, el pensamiento mío es el mismo antes como jugador y ahora como técnico, busco el lado positivo y no cometer los mismos errores. Me siento capacitado, con ganas y mucha fe para lo que viene. Creo en el buen juego, no hay que olvidarse que estamos en River, que siempre se caracterizó por jugar bien al fútbol. Si tengo que pensar en nuestros rivales me volvería loco, porque se juega poco en el Nacional. Se parece al fútbol italiano, es trabado y hay mucho pressing, pero Rafaela lo ganó con fútbol y sacó muchos puntos de ventajas. Aprendí mucho de Passarella como técnico y tuve otros grandes, pero no me encasillo con ninguno”.
A la gente.
A la gente.
“Le estoy agradecido con el amor que me demostró como jugador, me hubiera gustado saludarlos desde adentro de la cancha, mi despedida no fue como hubiera querido. Me llevé su llanto y su amor, que fue compartido. Dios quiera pueda devolver la sonrisa, va a estar en mí”.













